domingo, 25 de octubre de 2020

MOTÖRHEAD – MARCH OR DIE – 1992




MOTÖRHEAD – MARCH OR DIE – 1992


Para mi modo de ver este fue el último disco con el sonido clásico de Motörhead antes de irse posteriormente hacia un sonido más potente y más agresivo como hicieron en el posterior “Bastards” (1993), del que hablaremos en una siguiente entrega. Por lo pronto estamos ante un disco bastante accidentado ya que Phillip John Taylor alias “Philty Animal” si baterista, ya había dejado la banda en 1991. Para este trabajo Lemmy Kilmister conto con la presencia de Mikey Dee, Tommy Aldridge y el propio Philty que apenas grabó una canción con ellos. Igual se contó con la colaboración de Slash y Ozzy Osbourne en el tema “I ain’t no Nice guy” casualme tocada también por Philty Animal. Un disco que no es lo mejor de Motörhead, pero tiene los elementos para decirse que tiene mucho de su esencia, en el que la llegada de la era grunge no los saco de su rollo y, aunque fue un disco que pasó desapercibido para mí desde esos años, no desmerece que estuvieron haciendo su lucha para sobrevivir en una época ya bastante difícil para el rock clásico como se le conoció antes. La producción es aceptable, la grabación igual es buena pero le faltó trabajarse más y la portada muy simple. El disco contiene 11 canciones de las cuales destacan: “Stand”, “Bad religion”, “Jack the ripper”, “I ain’t no nice guy”, “Asylum choir”, “You better run” y “Name in vain”. El disco salió a la venta el 14 de agosto de 1992 bajo el sello de Epic records.


Calificación: 7 de 10 puntos


jueves, 15 de octubre de 2020

IRON MAIDEN – THE X FACTOR – 1995

 


IRON MAIDEN – THE X FACTOR – 1995 

En esta década de los años 90 solo habían dos opciones: renovarse o morir y definitivamente esto le iba a pasar a la doncella de hierro después de la salida de su cantante Bruce Dickinson por diferencias creativas y no se que rollos más. Ahora con la entrada del ex Wolfsbane, Blaze Bayley, todo parecía que iba a cambiar y así fue. A Steve Harris no le quedó de otra que llevara a su banda hacia otra dirección y es que esto lo consiguió gracias a los fuertes coqueteos con el rock progresivo que vimos en discos como el “Seventh son of a seventh son” (1998) y a las ganas de hacer una canción larga, como fue “The sign of the cross” hasta ese entonces, la segunda más larga después de “Rhyme of the ancient mariner” de su disco “Powerslave” (1984), lo cual me queda claro ya que al componer este tema hicieron alusión a la novela “El nombre de la rosa”. Las guitarras fueron reestructuradas desde cero, logrando unos riffs más centrados, un tanto más pesados, ya no escuchamos las armonías características de la era de Adrian Smith - aunque ya se supo que no fue él el de la idea de armonizar con terceras sino de Dennis Stratton – y cuyo sonido explotaron hasta su salida, dejando a esta banda en una deriva que los llevó a reducir su capacidad compositiva al mínimo, lo cual fue resanado perfectamente en este material, el décimo de su carrera. Hicieron un disco de buena calidad, con canciones adaptadas a la voz más grave y de un timbre más sombrío de su nuevo cantante lo cual le dio a la banda en sí un sonido bastante más oscuro y destino a lo que hicieron en sus discos anteriores. Estructura musical que siguen usando hasta hoy. Solos bestiales, temas muy lentos en sus introducciones la mayoría con pasajes acústicos o semi acústicos (como burla a Bruce que quería hacer algo así), una batería de Nicko McBrain que suena salvaje, muy realista el sonido y sin filtrar, temas muy sobrios y mucha madurez musical, haciendo un disco bastante asombroso que con el pasar de los años se escucha desde una óptica diferente lo que nos hace analizar que en su momento no se le dio la oportunidad a Blaze Bayley de consolidarse como el nuevo frontman de la banda gracias a las mentes cerradas de muchos disque metaleros de ese entonces que odiábamos a muerte al movimiento grunge de esos años. Un trabajo que sigue siendo espectacular después de 25 años de haberse grabado y que sienta el inicio de unos cambios en esta banda que ya le hacían falta si no es que iban a acabar como muchas más de ese entonces. La producción es excelente, la grabación es magistral, todos los detalles cuidados al máximo y la portada es increíble, el ver sentado a Eddie Maiden en la silla eléctrica. El disco contine 11 canciones de las cuales destacan: “Signo of the cross”, “Lord of the flies”, “Man on the edge”, “Fortunes of war”, “the aftermath”, “Judgement of heaven”, “The Edge of darkness” y “The unbeliever”. El disco salió a la venta el 2 de octubre de 1995 bajo el sello de EMI records.

 

Calificación: 8 de 10 puntos.

jueves, 1 de octubre de 2020

METALLICA – 1991



METALLICA – 1991

Uno de los discos que no debieron existir y sin embargo existen, fue este. Así como el grunge mato al glam/hard rock/heavy metal, el llamado “Black álbum” de Metallica, casi mató al thrash metal. Un disco que de alguna manera orilló a muchas bandas a buscar un sonido más espeso que el que propusieron estos chamacos en su tiempo gracias a la producción de Bob Rock a quien contrataron después de que Lars Ulrich, escuchara el álbum de Mötley Crüe, “Dr. Feelgood” (1989) y le asombrara la forma como sonaba la batería de Tommy Lee y la guitarra muy espesa de Mick Mars. Una historia que cambiaría el rumbo de la música. Ya estos chamacos estaban entrando a sus treinta años y tenían ganas de dejar atrás el vertiginoso sonido de sus años mozos y experimentar con algo que en su momento sería repudiado y hasta hoy, más. Siguiendo la tendencia musical de ese entonces, que fue impuesta por el glam metal, querían grabar un disco con temas más simples, con guitarras más espesas, una batería mejorada y un par de baladas por ahí. Algo impensable pero que ya arañaban con la canción “Fade to black” de su disco “Ride the lightning” (1984) y que les hizo ganar un buen número de detractores. El disco en sí no es malo. Después de 29 años de volverlo a escuchar con más detenimiento, se percibe que se hizo un buen trabajo en todos los sentidos. Todos los músicos optaron más por la melodía sin perder su espíritu fiero de hacer metal y, al menos, lo sostuvieron. Un disco que en lo personal no me fue indiferente. Era yo un adolescente cuando lo escuché y aunque conocía poco de Metallica, tengo que admitir que me impresionó en ese momento. Fue gracias a este disco que nació mi interés de aprender a tocar la guitarra eléctrica (Interés que se terminó de consolidar con el “Rust in peace” (1990) de Megadeth). Un trabajo que tiene feeling, intensidad, destaca el trabajo vocal de James Hetfield y que gracias a él se creó la categoría de mejor guitarra rítmica, dejando atrás a Malcom Young de AC/DC, donde Kirk Hammet mantuvo su esencia como guitarrista experimentando con cosas más ajenas a lo que solía hacer, Lars Tocando como baterista “normal” y la entrada de Jason Newsted en el bajo que finalmente si se le escuchaba. Todo conjugado con un sonido innovador, especialmente en los riffs que sonaban densos, espesos, potentes a pesar de la ralentización, con un sonido que desde los años de Black Sabbath no se escuchaban y que llevaron al metal hacia una audiencia más generalizada. Si esto fue para bien o para mal, fue un sonido que revolucionó el concepto de metal en ese entonces y hasta hoy, se sigue percibiendo su legado, sobre todo en los músicos jóvenes que se interesan en aprender algún instrumento y toman algunas canciones como punto de referencia y como influencia musical. Un disco interesante, que ha resistido el paso del tiempo, que no se dejó doblegar por el sonido grunge y que sentó la base primordial del llamado posteriormente Groove metal, que tomó la afinación de las guitarras de la canción “Sad but true”. La producción es fenomenal, la grabación muy innovadora para su tiempo y la portada es una enorme mancha negra con un Metallica atenuado y una víbora enroscada casi imperceptible. El disco contiene 12 cancniones de las cuales destacan: “enter sandman”, “Sad but true”, “The unforgiven”, “Wherever I may roam”, “Through the never”, “Nothing else matters” y “My friend of misery” (la mejor del disco para mi gusto personal). El disco salió a la venta el 12 de agosto de 1991 bajo el sello de Elektra records.

 

Calificación: 8 de 10 puntos.